miércoles, 21 de abril de 2010

HAHAHA

Somos un chiste… ¿lo habías notado? Y nos tomamos tan en serio (nuestras vivencias, nuestros sentimientos, nuestras experiencias). Nos sabemos (conscientemente me abstengo de utilizar la palabra creemos, ya que creer tiene una connotación de fe no-fundamentada en lo racional) enormes, inmortales, VIP. Por eso me pregunto, ¿por qué nos sabemos transcendentales? ¿Por qué creemos que vamos a arreglarlo todo? ¿Será de pronto porque nuestra mente es incapaz de aceptar que vivimos una vida sin propósito más que vivirla? ¿Será de pronto que somos románticos? ¿Y para qué hacemos todo lo que hacemos? En comparación con lo que ya sabemos que existe, somos pocos, superfluos y temporales; insignificantes y tan ínfimamente pequeños. Las probabilidades de que seamos “el que cambia el mundo” son tan risibles que dudo que alguno haya desperdiciado su tiempo en calcularlas. Además, ¿qué es cambiar el mundo? Mejorarlo… ¿Para quién? Para los que vienen… ¿y si todo se acaba en 8 segundos? ¿Acaso estamos dispuestos a pasar toda nuestra patética existencia trabajando y sufriendo para lograr algo imposible, o, más aterrorizantemente, inaportante?

La realidad es que hoy en día los individuos no somos más que un vómito de amores y desamores, buenas y malas experiencias sexuales, aprendizajes residuales de materias estúpidas, dolores y éxtasis; de filósofos, artistas, intelectuales y próceres; de borracheras, familiares, programas de televisión, drogas, canciones, historias, películas y amigos. Pero somos bellos. Nuestra belleza, y, por encima de todo, nuestra capacidad de apreciar la belleza en lo demás, es lo que nos deja vivir, lo que nos incita a seguirnos reproduciendo en nuestra hermosa miseria, lo que hace que no deseemos morir cada segundo que pasa. ¿Y en qué yace nuestra belleza? En que cada vómito es único, irrepetible. ¿No es eso lo que nos dice la biblia? Dios nos ha creado en su imagen y semejanza, blablabla… Y si somos un vómito, entonces debemos ser el vómito de Dios, el resultado de Su noche de tragos, el resultado de Su Divina Indigestión. Si eso no es un buen chiste, no sé qué lo será.

El punto de esta patética disertación no es deprimir a quien tenga el tiempo para hacerlo, ni cambiarle la vida a alguien… es simplemente hacer un llamado a estar en paz con nuestra verdadera e inherente naturaleza de chiste, con nuestra efímera existencia y con el hecho de que no somos nada. ¿Quién dice que una mísera existencia no pueda ser la mejor? Aceptar lo anterior significa que no cargamos sobre nuestros hombros la presión de hacer y mejorarlo todo, de cambiar el mundo, de ser líderes, de tener un propósito fuera de vivir.

Tenemos por delante una hermosa vida corta que debemos disfrutar como si nos fuéramos a extinguir en 15 segundos (un minuto deja demasiado tiempo para pensar). ¿Si no fuera para disfrutarlo, entonces para qué vivimos? Ríe, corre, llora, bebe, habla, canta, grita, escribe, rompe, haz el amor, córtate el pelo (o las venas, para quienes amen la adrenalina), baila, enférmate, aprende. Si ser exitoso te hace venir, sé exitoso y disfruta el trayecto. Si lo tuyo es ser un vago, ama la vagancia y todo lo que viene con ella. Si tu deseo es cambiar el mundo, ¿qué haces leyendo estupideces como esta?

A los que no vamos a cambiar el mundo digo: Enamórate del momento y hazle el amo dos veces; déjalo jadeando en tu cama y vete a la calle en busca de otro momento. El que seamos un chiste hace que, inherentemente, provoquemos sonrisas (propias y luego a los demás).

lunes, 5 de abril de 2010

De Las Votaciones y Otros Demonios...


Es divertido pensar que siempre que todo está bien, solo basta con buscar un poco en sí mismo y sin necesidad de escarbar mucho para encontrar motivo suficiente de depresión, está practica ya común en mi, me sigue causando mucha curiosidad y hasta ha provocado impulsos y pulsiones extrañas, como la idea de declararme abiertamente sadomasoquista, pero finalmente creo que los látigos, el látex y demás objetos típicos de esta corriente no cortan muy bien con mi personalidad algo colorida y variante!

Pero como declararía el popular adagio, “es imposible tapar el sol con un dedo”, solo basta con recordar algunas acciones del pasado no muy lejano, para que la culpa, el remordimiento y la desazón se apoderen de mi; solo por nombrar alguno de esos acontecimientos que solo puedo exorcizar mediante la aceptación pública, me referiré a mi voto por Nohemí, ¿La Sra. de la cara inflamada por el votox? ¿La que se llama Marta Nohemí del Espíritu Santo Sanin Rubio de Posada y que se declara abiertamente homofóbica? ¿ahh la que ganó la consulta esa del partido conservador?, pues sí, esa misma, de la que se podría responder con afirmaciones todas las anteriores preguntas, y demás cosas monstruosas que atraviesen su cabeza, la que ha remplazado el papel que en mis pesadillas ocupaba Ivie Queen.

No hace mucho tiempo, solía decirme a mí mismo con intención de convencerme y decir a todos mis conocidos y allegados, que votaran por la señora en cuestión para que fuese la candidata del partido conservador a la presidencia de la república, argumentos que esgrimía mi cerebro intentando ser estratégico, y que recogían frases como, “Si ella gana, los votos de uno que otro mal maquillado podrían dividirse” o mejor aún “ya estamos cansados de ver en la presidencia a enanos que toman aguardiente montados a caballo” y aunque hoy sigo aceptando y entendiendo el valor de esas máximas indiscutibles que arrojó mi cerebro, el descontento que me produce haber participado en la consulta interna de tal partido y las declaraciones que su “candidata” ha hecho posterior a su victoria, se convierten para mí en un látigo más terso al usado por los sado, y carente de cualquier indicio de placer.

Debo confesar que por una profunda admiración a las mujeres, al paso y la huella que ellas han dejado en mi vida, y un enorme sentido de deuda social que creo tenemos los hombres para con ellas, siempre he tenido la convicción profunda de que,” Colombia el país del sagrado corazón” necesita a una mujer que con carácter fuerte y sensibilidad abrumadora comandé sus funciones, pero también es la oportunidad de expresar que esa mujer debe evitar decir cosas como “Que con el tanque (militar) llegué el tractor al campesinado colombiano” o “estamos hablando de mi hijo como una persona con criterio estable para tomar sus decisiones” (en referencia a que su hijo no sería gay y si lo fuese sería una persona sin criterio) y muchas otras cosas que en este momento se me escapan, pero que son tomadas de lo que la candidata del partido conservador responde cuando se le cuestiona por su programa de gobierno y convicciones ideológicas.

Declaraciones que recuerdan el instante mismo en que puse una x sobre su rostro dibujado en una hoja por la que un árbol tuvo que ser sacrificado, y que me hacen con profunda honestidad amar a los árboles, y simultáneamente odiar al sistema electoral y a sus más elocuentes representantes; conclusión que me deja nuevamente del lado de la utopía negativa, es decir sin una propuesta clara y determinada para cambiar la sociedad, y con la profunda convicción de que cada vez es más visible la mutilación que sobre los conceptos de política, democracia, y representación se hacen en nuestro país.

Bueno solo restaría, recomendarle a la candidata que le exija a su esteticista, algo para desinflamar su rostro, no sea que nuestro alicorado registrador se confunda en el momento del conteo de votos y declaré por presidente de la república al joven y enérgico Dr. Galat.